martes, 14 de enero de 2014

Cuando Marcel Raducanu se despidió del comunismo

En el año y poco de vida de este blog aún no se ha presentado el problema en el que caen muchos blogueros tras los primeros artículos: ¿de qué hablo ahora? Por fortuna Blog LobatOasis goza de buena salud y lo cierto es que siempre tenemos varios relatos pendientes para ser desarrollados y publicados en cuanto hay un poco de tiempo para documentar y escribir unos párrafos. Pero a mí me gusta improvisar y dar cabida a historias que nada más conocerlas despiertan en mí la necesidad de investigarlas y compartirlas.

Este es el caso que nos ocupa hoy. Aprovechando las vacaciones navideñas estaba sentado cómodamente viendo la redifusión del partido de Liga de Campeones de esta temporada correspondiente a la primera jornada del Grupo E entre Schalke 04 y Steaua Bucarest cuando uno de los comentaristas, valiéndose de las nacionalidades de los contendientes, aprovechó la ocasión para contar una bonita anécdota que tuvo como protagonista al jugador rumano Marcel Raducanu, quien utilizó un partido entre las selecciones de la República Federal Alemana y Rumanía para huir de la dictadura comunista rumana y pedir asilo político en la RFA.

Marcel Raducanu como jugador del Borussia Dortmund
Marcel Raducanu como jugador del Borussia Dortmund | Foto: Imago

La pregunta aquí es ¿qué puede llevar a un jugador de fútbol a tomar la decisión que tomó Raducanu? La respuesta sin duda se encuentra en el contexto político y social en que se encontraba la Rumanía de aquellos años. La por aquel entonces República Socialista de Rumania era un país gobernado dictatorialmente por el comunista Nicolae Ceaucescu, que se alzó con el poder en 1967.

Aunque los comienzos fueron prometedores, mostrándose cercano a los países occidentales y bastante reacio a convertir a su país en otro satélite soviético del Viejo Continente, no consiguió el favor de una población empobrecida que vio como poco a poco su gobierno se tornaba mucho más estricto en el control de las libertades, impidiendo oposición alguna, restringiendo sobremanera la libertad de expresión y estableciendo un culto personal a la figura de un dictador que fue perdiendo adeptos y seguidores a lo largo de su segunda década en el poder.

Con la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y las aspiraciones de libertad del pueblo rumano manifestándose en la calle, las horas de Ceaucescu en el gobierno estaban contadas. Apenas un mes después, el 17 de diciembre, el dictador ordenó abrir fuego contra una manifestación ciudadana que veía en el derrocamiento del régimen el primer paso hacia un nivel de vida más digno. Con la rebelión ciudadana creciendo y una vez retirado el apoyo de las Fuerzas Armadas, Nicolae y su esposa Elena fueron detenidos, juzgados y ejecutados el día de Navidad de 1989 por un batallón de fusilamiento al más puro estilo de las pinturas de Goya sobre el 2 de mayo. Aquellas imágenes de la detención, juicio sumarísimo y ejecución de la pena capital fueron grabadas para la historia, juzgue por usted mismo.



Pero para 1989, nuestro protagonista ya se había afincado en la Europa Occidental, alejado de las carencias existentes en el lado Este del Telón de Acero. El de Raducanu fue un gesto valiente que tuvo su fruto, pero hay que tener en cuenta que estas situaciones en las que un ciudadano "medianamente acomodado" en su país decidía huir en pos de una vida mejor fue una constante durante toda la Guerra Fría, que costó la vida de mucha gente.

Un claro ejemplo puede ser el del futbolista de la República Demorática Alemana Lutz Eigendorf. Eigendorf estuvo enrolado desde joven en las filas del Dynamo de Berlín, también conocido como BFC Dynamo, equipo que ya mencionamos en nuestro artículo Brian Clough, una leyenda del fútbol inglés cuando hablamos de él como club de fútbol de la Stasi, el despiadado órgano de inteligencia de la RDA, un equivalente (guardando las distancias) a la CIA, la KGB o el Mosad israelí.

Lutz formaría parte del equipo entre los años 1974 y 1979 cuando comenzó a forjarse la leyenda de un club que ganaría 10 ligas de forma consecutiva entre 1977 y 1987. Sólo estuvo hasta 1979, concretamente hasta el 20 de marzo cuando aprovechó un partido entre su equipo y el FC Kaiserslautern en la localidad de Giessen, cercana a Frankfurt, para fugarse como tantos otros que dejarían su vida en el muro que separaba Berlín.

Tan solo 4 años más tarde tras jugar en el FC Kaiserslautern y el Eintracht Braunschweig, el 7 de marzo de 1983, Lutz Eigendorf aparecería muerto en Braunschweig, a causa de un accidente de coche a priori fortuito. Y decimos a priori porque con posterioridad, fruto de la desclasificación de archivos de la Stasi, se supo que que aquel accidente achacado en un primer momento a la ingesta de alcohol por parte del conductor fue una asesinato en toda regla que tenía como objetivo vengar la afrenta de Eigendorf, un traidor a la RDA.

Lutz Eigendorf con la elástica del FC Kaiserslautern | Foto: DPA

Por fortuna Marcel Raducanu tuvo más suerte. Nacido en Rumanía el 21 de octubre de 1954 comenzó su andadura futbolística profesional a la edad de 18 años en el Steaua de Bucarest, por tradición e historia el equipo del ejercito rumano. A pesar de que el Steaua es el equipo más laureado en la historia del fútbol rumano, en las 9 temporadas en las que Raducanu estuvo enrolado no se mostró como la fuerza hegemónica a batir.

A pesar de todo, el Steaua conseguiría las ligas de la temporada 1975-76 y 1977-78, así como las copas de 1976 y 1979, entre 1972 y 1981, período en el que Raducanu formaría parte del equipo y del que fue gran baluarte, formando pareja en la delantera durante sus mejores años con Anghel Iordanescu. Tan buenos fueron sus números anotadores que incluso llegó a hacerse un hueco en la Tricolorii, selección nacional de Rumania.

Este Steaua fue sin duda la semilla del equipo que sorprendería a propios y extraños al proclamarse campeón de la Copa de Europa de 1986, siendo el primer club de la Europa del Este en hacerlo. Lo más meritorio es que lo hizo a todo pronóstico ante un FC Barcelona en una final disputada en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla que vio como, tras un 0 - 0 final de los noventa minutos y la prórroga, se llegaba a la tanda de penalties. Desde los 11 metros, el portero rumano Helmuth Duckadam se erigió como héroe de la noche dejando la portería a 0 y dando el título a su equipo.

Final de la Copa de Europa de 1986 entre Steaua Bucarest y FC Barcelona
Final de la Copa de Europa de 1986 entre Steaua Bucarest y FC Barcelona | Foto: http://twb22.blogspot.com.es

Pero para aquel 1986, Marcel Raducanu ya se había desentendido del fútbol de su país natal hacía unos años. Fue en 1981 cuando aprovechó un partido en Dortmund entre Rumanía y la RFA para dejar atrás las miserias y penurias del régimen totalitario de Ceaucescu y adoptar las "comodidades" occidentales. En aquel partido internacional, Raducanu, que era oficial del ejército rumano y capitán de la Tricolorii, pidió el cambio aduciendo una inexistente lesión.

El seleccionador del combinado rumano, Valentin Stănescu, sin intuir la idea que estaba sobrevolando por la cabeza de su capitán accedió a la petición de Raducanu que fue sustituido por otro jugador. Una vez fuera del terreno de juego, y con la atención de todo el mundo puesta en el devenir del partido, Marcel huyó del estadio y se dirigió al coche de un amigo y compinche suyo que lo estaba esperando en las afueras del estadio. Atrás quedarían 3 goles y 21 partidos internacionales con la selección de su país, así como 229 encuentros y 94 goles con el Steaua de Bucarest.

Raducanu pediría un asilo político que le sería concedido en la RFA ante el malestar correspondiente de las autoridades de su país. Como no podía ser de otra manera el régimen comunista enfurecido por la deserción de uno de los emblemas del deporte nacional no tardó en castigar el desplante sufrido y condenó al jugador a 6 años de prisión in absentia.

Pero las sanciones al acto de Raducanu no sólo llegarían desde su propio país, la propia UEFA lo condenó un año sin jugar, el mismo castigo que aplicarían en su día al mencionado Lutz Eigendorf. Pero el rumano no perdió ni la forma ni las ganas de jugar al fútbol y contando 28 años, en 1982 pasó a formar parte del equipo de la ciudad en la que se despidió del comunismo patrio, el Borussia Dormund. Y aunque pueda ser un dato un poco intrascendente el de la edad no lo es tanto, ya que la estricta y restrictiva normativa rumana impedía a sus jugadores formar parte de un club extranjero antes de los 30 años, norma que en absoluto respetó nuestro protagonista.

Marcel Raducanu en un lance de un partido
Marcel Raducanu en un lance de un partido | Foto: Imago

He intentado indagar más en la forma en que se produjo la deserción y en si tuvo algún tipo de repercusión en la prensa escrita de la época en España. Curiosamente he encontrado en la hemeroteca de Mundo Deportivo la siguiente noticia que transcribo correspondiente al 12 de agosto de 1981:
Hoy por la tarde y cuando nadie se lo esperaba, saltó la gran sorpresa en nuestra ciudad al hacer público el Comité Organizador del «XIII Ciudad de Palma» que el Dinamo de Bucarest; rival del Barça en la primera jornada, no podría participar por una prohibición terminante del Ministerio de Deportes de Rumania para que cualquier deportista de aquel país pueda salir del mismo.
Según parece todo arranca de la estancia de un equipo rumano, el Steaua, en Alemania Federal. Un internacional del mencionado club, el portero Raducanu aprovechó la circunstancia para pedir, asilo político en ese país que le fue concedido. La reacción, de los estamentos rumanos ha sido tajante y se ha prohibido al Dinamo el desplazamiento. Aunque la noticia ha corrido como la pólvora, el ambiente entre la afición sigue siendo de gran expectación y por el sólo hecho de que intervengan Barcelona, Valencia y Mallorca es ya suficiente para que la venta de entradas siga su curso normal y se espere un lleno prácticamente total en el «Luis Sitjar» durante las tres jornadas que nos disponemos a presenciar. Por otro lado, el Boavista por el hecho de ser el próximo rival del Atlético de Madrid en la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA, ofrece también sus alicientes.
En ella se hace referencia a un portero de nombre Raducanu y habla de que desertó aprovechando un partido del Steaua. No sé si se trata de la misma historia que yo estoy contando con algunas incorrecciones o una bastante similar, el caso es que resulta bastante interesante como curiosidad.

Ya en el Dortmund, Marcel Raducanu se convertiría en un jugador de prestigio y querido por la afición. Aunque no cosecharía titulo alguno con su nuevo equipo y tampoco alcanzara las cifras anotadoras que lo habían hecho famoso en Bucarest transformó 31 dianas en los 169 partidos que disputaría con los de la Cuenca del Ruhr entre los años 1982 y 1988.

Marcel Raducanu en una imagen más actual
Marcel Raducanu en una imagen más actual | Foto: Bernd Laute

Tras sus años en Alemania se trasladaría a Suiza para pasar sus últimas temporadas como futbolista en el FC Zurich de la segunda división, con el que disputaría 42 partidos y firmaría 12 goles repartidos entre las temporadas 1988-89 y 1989-90, siendo esta última especialmente satisfactoria por conseguirse el ascenso a la división del honor del país transalpino. Finalizada la experiencia alpina y retirado del fútbol profesional, Raducanu se volvió a Alemania, de nuevo a Dortmund donde montó la primera escuela privada de fútbol de la ciudad.

Esta es la historia de un hombre que hastiado del modo de vida impuesto en su país tomó la drástica decisión de dejar atrás su pasado para afincarse en la orilla Oeste del, por fortuna hoy desaparecido, Telón de Acero.


Fuentes:
http://www.fotolog.com/deportivo_paul/52961394/#profile_start
http://es.wikipedia.org/wiki/Marcel_R%C4%83ducanu
http://es.wikipedia.org/wiki/Ceaucescu
http://hemeroteca-paginas.mundodeportivo.com/EMD01/HEM/1981/08/12/MD19810812-007.pdf
http://www.diariosdefutbol.com/2009/06/17/el-dynamo-de-berlin-lutz-eigendorf-y-la-conexion-stasi/

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