Muy pocas veces en la historia del deporte en general y del fútbol en particular, una ubicación ha estado ligada de forma tan excepcionalmente dramática a una fecha como ocurre con el asunto que da título a este artículo. Con total seguridad esta efeméride habrá conseguido refrescar en la mente de los aficionados al deporte rey y a su historia, con capacidad para el recuerdo en aquellas fechas o no, las sobrecogedoras imágenes de la tristemente conocida como Tragedia de Hillsborough, en la que murieron 96 aficionados y varios centenares resultaron heridos. Normalmente cuando ocurre un suceso de esta magnitud no suele ocurrir por un hecho en concreto, sino más bien de la sucesión de un cúmulo de circunstancias que llevan tristemente a la tragedia.
El trágico incidente del que vamos a hablar tuvo lugar en el Hillsborough Stadium conocido comumente como Hillsborough a secas, un estadio fútbol situado en la ciudad inglesa de Sheffield. Se trata de un estadio centenario que fue inaugurado el 2 de septiembre 1899 con el nombre de Owlerton Stadium, nombre que mantuvo 15 años pues en 1914 pasó a denominarse tal y como se conoce actualmente. Un estadio tan longevo sólo puede ser sede de un club de fútbol más antiguo aún, el Sheffield Wednesday Football Club, fundado en 1867 y que actualmente milita en la Football League Championship (el equivalente a la Segunda División española) donde ha finalizado en 18ª posición, en un campeonato que cuenta con 24 equipos. No cabe duda que no es la mejor época para un club que ha conseguido ganar la liga inglesa hasta en 4 ocasiones y la FA Cup en 3, siendo la Copa de la Liga de la temporada 1990-91 el último título cosechado.
En la primavera de 1989, el sábado 15 de abril, Hillsborough iba a ser la sede de un partido correspondiente a las semifinales de la FA Cup que iban a disputar el Liverpool FC contra el Nottingham Forest del mítico Brian Clough. La FA Cup, para aquellos que lo desconozcan, es la copa inglesa de fútbol, un campeonato equivalente a la Copa del Rey en España que este año ha sido ganada por el Wigan Athletic FC, entrenado por el español Roberto Martínez, cuya historia en este club ya ha sido mencionado en este blog en el artículo Roberto Martínez y los Three Amigos. Es sin lugar a dudas una competición con prestigio y solera, el hecho de que su primera edición tuviera lugar en 1871 hace de este campeonato de fútbol el más antiguo de este deporte.
La FA Cup tiene la peculiaridad, con respecto a campeonatos similares o equivalentes de otros países de Europa, de celebrar en campo neutral no sólo el partido de la final sino también las dos de semifinales. Aunque se decidiera establecer el estadio de Wembley como sede fija de las semifinales desde 2008, años atrás era común jugar en un estadio neutral que pudiese tener capacidad para albergar un gran número de aficionados a la vez que perteneciera a un equipo que no fuese a disputar la eliminatoria. Así, a lo largo de la historia, ha sido habitual ver semifinales en distintos estadios como son los casos de Maine Road y Old Trafford de Manchester, Hillsborough en Sheffield, Millennium Stadium en Cardiff o Villa Park en Birmingham, siendo este último el que más semifinales ha acogido con un total de 55 en sus 139 años de historia. De este modo, para la edición de la temporada en 1988-89, se designó Hillsborough para la semifinal entre Liverpool FC y el Nottingham Forest, mientras que Villa Park fue la sede seleccionada para la otra semifinal que disputarían Everton FC y Norwich City.
De cara a la organización del partido las zonas del estadio no se repartirían de forma equitativa, de este modo, a la afición más numerosa, la del Liverpool, se le asignó el graderío conocido como Leppings Lane, situado detrás de una de las porterías y con capacidad para unos 14.600 aficionados; por el contrario, los hinchas del Nottingham Forest fueron ubicados en la grada tras la portería del otro extremo del campo, conocida como Spion Kop, mucho más grande y con capacidad para 21.000 espectadores.
Obviamente, esta distribución de los aficionados en el campo no había seguido ningún criterio relacionado con el número de seguidores que arrastraba cada equipo, más bien respondía a cuestión de seguridad. Por la ubicación de Liverpool y Nottingham con respecto a Sheffield se sabía que cada una de las dos aficiones llegaría por un extremo opuesto de la ciudad, por lo que se decidió el graderío al que accederían atendiendo a este criterio, con el fin de que entraran en el estadio por la zona más cercana a su punto de acceso a la ciudad. Básicamente, lo que se pretendía con esta situación era la de evitar los posibles enfrentamientos que se producirían en el supuesto que ambas hinchadas se encontrasen.
No podemos negar que este pensamiento tiene gran parte de lógica, pues no eran extraños los enfrentamientos en esta época en la que el fenómeno del hooliganismo se encontraba en uno de los momentos de más auge en Inglaterra. Sólo cuatro años antes a lo ocurrido en Hillsborough, el 29 de mayo de 1985, tuvo lugar en Bruselas la conocida como Tragedia de Heysel que se cobró la vida de 39 aficionados, la mayoría de origen italiano. Aquel día se iba a disputar la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus, cuando minutos antes del partido un grupo de hinchas radicales del equipo inglés se abalanzó sobre una zona del estadio donde se encontraba la afición juventina. El resultado fue una avalancha de público que, huyendo de las agresiones de los hooligans ingleses provocó la acumulación de personas entre el muro donde acababa la grada y una valla de protección, como consecuencia apareció el aprisionamiento y la asfixia que llevó a la muerte de 39 personas.
A pesar de todo, los jugadores de los equipos no fueron informados de tan graves sucesos y el partido se disputó tal y como estaba previsto. Aquel campeonato lo ganaría el equipo turinés con un gol de penalty de Michel Platini que, como el resto de sus compañeros era desconocedor del lo ocurrido y que celebró el gol de forma efusiva, lo cual le valió duras críticas, siendo acusado de bailar sobre la tumba de varias decenas muertos.
La UEFA fue implacable y sancionó a los clubes ingleses 5 años sin disputar competición europea alguna rompiendo así la hegemonía de casi una década del fútbol inglés en Europa. En el caso del Liverpool la sanción aumentaba hasta los 10 años imposibilitado a competir en Europa, pero esta sanción sería rebajada a posteriori y se quedaría en 6 años. La llamada al orden desde la UEFA hacia el fútbol inglés fue seria pero desde el Gobierno de Margaret Thatcher no se actuó con demasiada contundencia o al menos no con una contundencia proporcional al problema que tenían entre manos hasta lo ocurrido en Hillsborough.
Llegó el día del partido en Sheffield y la Policía, con el fin de mantener a raya a los sectores más radicales del Liverpool, llevó a cabo controles de tráfico en la ruta que seguirían los aficionados del equipo en busca de bebidas alcohólicas o de objetos contundentes que pudiesen servir de armas en una pelea. La realidad era que los seguidores del equipo de Anfield tenían mala fama, en parte ganada, pero esta fama se había extendido a lo largo de la década de los 80 más allá del equipo de fútbol a la ciudad entera.
El viaje no fue sencillo y estuvo lleno obstáculos que impidieron que se realizase con fluidez. Las ciudades de Liverpool y Sheffield no estaban conectadas directamente por una vía rápida como una autovía o una autopista y, para más inri, la carretera que unía a ambas se encontraba en obras por aquel entonces. Este hecho, unido a que incluso se produjo algún accidente y a los numerosos controles de la Policía mencionados anteriormente, generaron tráfico denso y atascos que entorpecieron y retardaron enormemente el traslado masivo de aficionados desde una ciudad a otra.
La consecuencia directa de esta mala gestión de la movilidad del gentío desembocó en una llegada poco escalonada y tardía de los aficionados reds. Esto provocó que, pocos minutos antes del comienzo del encuentro, una gran multitud comenzara a aglutinarse en los alrededores del estadio para acceder a la grada, apremiados por la impaciencia de ver que el partido estaba cada vez más próximo a comenzar. La Policía comenzó a tener un serio problema y empezó a temer por la aparición de disturbios de los aficionados que, a cada minuto que pasaba, se encontraban más inquietos por entrar a un partido al que cada vez quedaba menos tiempo para dar comienzo. Hillsborough es un estadio antiguo y, por tanto, ubicado en un lugar céntrico de la ciudad y lo cierto es que las autoridades querían evitar a toda costa un altercado de magnitud en pleno corazón de Sheffield.
La propia Policía, A fin de de acabar con el tumulto de la calle toma entonces la decisión que convertiría aquella tarde de primavera en una fecha imborrable para el fútbol mundial: se decide abrir a cal y canto las puertas de Leppings Lane. De este modo se descontroló y se desatendió por completo la entrada masiva de aficionados en una grada que ya de por si llevaba bastante tiempo llena y que, en ningún caso, podría absorber el enorme número de personas que estaban aguardando a entrar en los aledaños del terreno de juego.
Una vez que los aficionados tuvieron vía libre para acceder a campo se puso de manifiesto el gran descontrol existente y así como la carencia absoluta de organización de unas autoridades que hacía ya tiempo que hacían aguas en sus decisiones. La gran mayoría de personas pretendió entrar al estadio a través de un pasillo situado en el sector central de la grada que se encontraba justo enfrente de puerta por la que habían accedido al recinto. Se trataba de un cuello de botella notable que fue acumulando a más y más gente, cada vez con menos espacio y que avanzaba lentamente y con bastante dificultad hasta la grada. Era una especie de embudo en el que se estaban aprisionando personas con total desmesura.
Ya sólo era cuestión de tiempo que ocurriera lo que ocurrió. No podemos pasar por alto en ningún caso las particularidades del estadio, y es que a toda la lista de situaciones inoportunas y errores ya comentados habría que sumar las características propias de la grada, descrita del siguiente modo por John Thompson, periodista de Liverpool Echo:
El partido ya había dado comienzo como estaba previsto y con puntualidad británica a las 15:00h, pero sólo se habían disputado 6 minutos cuando el árbitro del encuentro, el señor Ray Lewis, previo aviso de la Policía, decidía parar el partido sin saber muy bien por qué. En realidad ni la misma Policía era consciente de la envergadura de lo que estaba ocurriendo. En un primer momento pensaron que se trataba de algún tipo de altercado derivado de alguna trifulca incitada por grupos de hooligans, pero la realidad era que la gente estaba muriendo aplastada, por asfixia. Muchos se aferraron a la vida saltando las vallas que separaban los distintos sectores de la grada de para acceder a las zonas colindantes, otros intentaron sortear las vallas para llegar al césped del terreno e incluso hubo quienes, como pudieron, "escalaron" al segundo piso de la grada.
Los primeros momentos del crush fueron claves y no se actuó con celeridad, entre otras cosas porque las autoridades tardaron en identificar la realidad de lo que estaba ocurriendo. Momentos después de que se hubiese parado el partido y de que los aficionados hubiesen comenzado a acceder al césped, desde la policía se pensaba que era una invasión de campo más, tan típica de aquellos años, fruto del hooliganismo. Mal organizados y, ante la incertidumbre del momento y la ineficacia de las autoridades, los asistentes comenzaron a evacuar y a asistir a los heridos de la mejor manera que podían. Arrancaron las vallas publicitarias a lo largo y ancho de Hillsborough para usarlas a modo de camilla y así poder transportar los cuerpos en busca de ayuda, una ayuda que fue negada por la Policía que impidió la entrada de 46 ambulancias pensando que lo que estaba aconteciendo no era otra cosa que hooliganismo.
Aquél sábado Hillsborough se cobró la vida de 94 personas; el 19 de abril moriría Lee Nicol a la edad de 14 años tras aguantar con vida durante cuatro días en los que estuvo conectada a una máquina; casi cuatro años después, en marzo de 1993, fallecería la 96ª víctima de la tragedia, Tony Bland de 22 años de edad, cuando le fue retirada la alimentación artificial y hidratación que le había mantenido con vida durante todo ese tiempo en el que había permanecido en estado vegetativo.
Tras aquel panorama de desolación la administración de Thatcher no podía seguir haciendo la vista gorda y tenía que reaccionar. Se encomienda a Lord Peter Taylor a trabajar en un informe del que se avanzaría una versión provisional en agosto de 1989 y que no sería definitivamente publicado hasta enero de 1990. El Informe Taylor establecía las causas y consecuencias de lo ocurrido Hillsborough, concluía que la razón principal de la catástrofe fue la falta de control de la policía (pero no se depuraron responsabilidades ni se indemnizó a las víctimas); pero además presentaba una serie de recomendaciones para mejorar la seguridad en los estadios que cambiarían la forma de ver y entender el fútbol en el país. Fue a partir de entonces cuando comenzaron a eliminarse las vallas en torno a los terrenos de juego; se estableció la obligatoriedad de que las gradas fuesen íntegramente para público sentado; se implantaron controles de acceso más rígidos a los estadios; se instalaron cámaras de vídeo para registrar lo sucedido en las gradas, etc.
Pero si hay algo que mantuvo el dolor más allá del luto por los desaparecidos fue la deplorable gestión que hicieron las autoridades. La mala praxis de la policía británica será bien conocida entre los aficionados al cine británico que pone muy en entredicho su labor en películas como Bloody Sunday, En el nombre del padre, Agenda oculta, Omagh, etc, muchas de ellas con grandes dosis de realidad. Pero lo de Hillsborough no fue cine y a la hora de señalar a un culpable, como ocurre tantas otras veces en la vida, lo mejor, más rápido y, por qué no decirlo, más injusto fue culpar a las víctimas.
Tras años de lucha por encontrar los verdaderos culpables, en los últimos tiempos parece que comienza a atisbarse un halo de reconocimiento y justicia. El pasado año se dio a conocer un estudio independiente que reveló que la Policía alteró pruebas de forma deliberada con el fin de culpar a los aficionados de la avalancha, llegando incluso a investigar en los datos de que disponían de algunos fallecidos para poner su reputación entredicho. Tras hacerse público el contenido de este informe, David Cameron, Primer Ministro británico, se apresuró a pedir disculpa en la Cámara de los Comunes por la "doble injusticia" sufrida por, los familiares de los fallecidos, dejando en manos de la fiscalía la decisión de apelar al Tribunal Superior para que anulara la investigación original y se llevara a cabo una nueva.
No es la primera ni la última vez que hablaremos en este blog del Fiebre Maldini, a mi modo de ver, el mejor programa de fútbol que podemos disfrutar en la actualidad. En abril del pasado año, nos regalaron un reportaje breve pero intenso de algo más de un cuarto de hora del que hemos obtenido gran parte de la información que hemos desarrollado en este artículo y que adjunto con mucho gusto. Por fortuna, la forma de entender el fútbol ha cambiado en Inglaterra notablemente desde lo ocurrido aquél sábado 15 de abril de 1989 y, aunque aún existen incidentes provocados por el hooliganismo, asistir a un partido se ha convertido en una experiencia mucho más agradable.
http://www.abc.es/deportes/futbol/20130415/abci-incidentes-futbol-ingles-201304151650.htmlEl trágico incidente del que vamos a hablar tuvo lugar en el Hillsborough Stadium conocido comumente como Hillsborough a secas, un estadio fútbol situado en la ciudad inglesa de Sheffield. Se trata de un estadio centenario que fue inaugurado el 2 de septiembre 1899 con el nombre de Owlerton Stadium, nombre que mantuvo 15 años pues en 1914 pasó a denominarse tal y como se conoce actualmente. Un estadio tan longevo sólo puede ser sede de un club de fútbol más antiguo aún, el Sheffield Wednesday Football Club, fundado en 1867 y que actualmente milita en la Football League Championship (el equivalente a la Segunda División española) donde ha finalizado en 18ª posición, en un campeonato que cuenta con 24 equipos. No cabe duda que no es la mejor época para un club que ha conseguido ganar la liga inglesa hasta en 4 ocasiones y la FA Cup en 3, siendo la Copa de la Liga de la temporada 1990-91 el último título cosechado.
Exteriores de Hillsborough Imagen obtenida de la galería: http://imageshack.us/g/14/hillsboroughsheffieldwe.jpg/ |
En la primavera de 1989, el sábado 15 de abril, Hillsborough iba a ser la sede de un partido correspondiente a las semifinales de la FA Cup que iban a disputar el Liverpool FC contra el Nottingham Forest del mítico Brian Clough. La FA Cup, para aquellos que lo desconozcan, es la copa inglesa de fútbol, un campeonato equivalente a la Copa del Rey en España que este año ha sido ganada por el Wigan Athletic FC, entrenado por el español Roberto Martínez, cuya historia en este club ya ha sido mencionado en este blog en el artículo Roberto Martínez y los Three Amigos. Es sin lugar a dudas una competición con prestigio y solera, el hecho de que su primera edición tuviera lugar en 1871 hace de este campeonato de fútbol el más antiguo de este deporte.
La FA Cup tiene la peculiaridad, con respecto a campeonatos similares o equivalentes de otros países de Europa, de celebrar en campo neutral no sólo el partido de la final sino también las dos de semifinales. Aunque se decidiera establecer el estadio de Wembley como sede fija de las semifinales desde 2008, años atrás era común jugar en un estadio neutral que pudiese tener capacidad para albergar un gran número de aficionados a la vez que perteneciera a un equipo que no fuese a disputar la eliminatoria. Así, a lo largo de la historia, ha sido habitual ver semifinales en distintos estadios como son los casos de Maine Road y Old Trafford de Manchester, Hillsborough en Sheffield, Millennium Stadium en Cardiff o Villa Park en Birmingham, siendo este último el que más semifinales ha acogido con un total de 55 en sus 139 años de historia. De este modo, para la edición de la temporada en 1988-89, se designó Hillsborough para la semifinal entre Liverpool FC y el Nottingham Forest, mientras que Villa Park fue la sede seleccionada para la otra semifinal que disputarían Everton FC y Norwich City.
De cara a la organización del partido las zonas del estadio no se repartirían de forma equitativa, de este modo, a la afición más numerosa, la del Liverpool, se le asignó el graderío conocido como Leppings Lane, situado detrás de una de las porterías y con capacidad para unos 14.600 aficionados; por el contrario, los hinchas del Nottingham Forest fueron ubicados en la grada tras la portería del otro extremo del campo, conocida como Spion Kop, mucho más grande y con capacidad para 21.000 espectadores.
Instantánea de la tragedia en Leppings Lane | Cordon Press |
Obviamente, esta distribución de los aficionados en el campo no había seguido ningún criterio relacionado con el número de seguidores que arrastraba cada equipo, más bien respondía a cuestión de seguridad. Por la ubicación de Liverpool y Nottingham con respecto a Sheffield se sabía que cada una de las dos aficiones llegaría por un extremo opuesto de la ciudad, por lo que se decidió el graderío al que accederían atendiendo a este criterio, con el fin de que entraran en el estadio por la zona más cercana a su punto de acceso a la ciudad. Básicamente, lo que se pretendía con esta situación era la de evitar los posibles enfrentamientos que se producirían en el supuesto que ambas hinchadas se encontrasen.
No podemos negar que este pensamiento tiene gran parte de lógica, pues no eran extraños los enfrentamientos en esta época en la que el fenómeno del hooliganismo se encontraba en uno de los momentos de más auge en Inglaterra. Sólo cuatro años antes a lo ocurrido en Hillsborough, el 29 de mayo de 1985, tuvo lugar en Bruselas la conocida como Tragedia de Heysel que se cobró la vida de 39 aficionados, la mayoría de origen italiano. Aquel día se iba a disputar la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus, cuando minutos antes del partido un grupo de hinchas radicales del equipo inglés se abalanzó sobre una zona del estadio donde se encontraba la afición juventina. El resultado fue una avalancha de público que, huyendo de las agresiones de los hooligans ingleses provocó la acumulación de personas entre el muro donde acababa la grada y una valla de protección, como consecuencia apareció el aprisionamiento y la asfixia que llevó a la muerte de 39 personas.
A pesar de todo, los jugadores de los equipos no fueron informados de tan graves sucesos y el partido se disputó tal y como estaba previsto. Aquel campeonato lo ganaría el equipo turinés con un gol de penalty de Michel Platini que, como el resto de sus compañeros era desconocedor del lo ocurrido y que celebró el gol de forma efusiva, lo cual le valió duras críticas, siendo acusado de bailar sobre la tumba de varias decenas muertos.
Aficionados italianos aprisionados en el estadio de Heysel | Eamonn McCabe |
La UEFA fue implacable y sancionó a los clubes ingleses 5 años sin disputar competición europea alguna rompiendo así la hegemonía de casi una década del fútbol inglés en Europa. En el caso del Liverpool la sanción aumentaba hasta los 10 años imposibilitado a competir en Europa, pero esta sanción sería rebajada a posteriori y se quedaría en 6 años. La llamada al orden desde la UEFA hacia el fútbol inglés fue seria pero desde el Gobierno de Margaret Thatcher no se actuó con demasiada contundencia o al menos no con una contundencia proporcional al problema que tenían entre manos hasta lo ocurrido en Hillsborough.
Llegó el día del partido en Sheffield y la Policía, con el fin de mantener a raya a los sectores más radicales del Liverpool, llevó a cabo controles de tráfico en la ruta que seguirían los aficionados del equipo en busca de bebidas alcohólicas o de objetos contundentes que pudiesen servir de armas en una pelea. La realidad era que los seguidores del equipo de Anfield tenían mala fama, en parte ganada, pero esta fama se había extendido a lo largo de la década de los 80 más allá del equipo de fútbol a la ciudad entera.
El viaje no fue sencillo y estuvo lleno obstáculos que impidieron que se realizase con fluidez. Las ciudades de Liverpool y Sheffield no estaban conectadas directamente por una vía rápida como una autovía o una autopista y, para más inri, la carretera que unía a ambas se encontraba en obras por aquel entonces. Este hecho, unido a que incluso se produjo algún accidente y a los numerosos controles de la Policía mencionados anteriormente, generaron tráfico denso y atascos que entorpecieron y retardaron enormemente el traslado masivo de aficionados desde una ciudad a otra.
Seguidores reds aplastados contra las vallas de Leppings Lane Imagen: http://www.independent.co.uk/news/uk/crime/cps-told-of-hillsborough-coverup-14-years-ago-8140104.html |
La consecuencia directa de esta mala gestión de la movilidad del gentío desembocó en una llegada poco escalonada y tardía de los aficionados reds. Esto provocó que, pocos minutos antes del comienzo del encuentro, una gran multitud comenzara a aglutinarse en los alrededores del estadio para acceder a la grada, apremiados por la impaciencia de ver que el partido estaba cada vez más próximo a comenzar. La Policía comenzó a tener un serio problema y empezó a temer por la aparición de disturbios de los aficionados que, a cada minuto que pasaba, se encontraban más inquietos por entrar a un partido al que cada vez quedaba menos tiempo para dar comienzo. Hillsborough es un estadio antiguo y, por tanto, ubicado en un lugar céntrico de la ciudad y lo cierto es que las autoridades querían evitar a toda costa un altercado de magnitud en pleno corazón de Sheffield.
La propia Policía, A fin de de acabar con el tumulto de la calle toma entonces la decisión que convertiría aquella tarde de primavera en una fecha imborrable para el fútbol mundial: se decide abrir a cal y canto las puertas de Leppings Lane. De este modo se descontroló y se desatendió por completo la entrada masiva de aficionados en una grada que ya de por si llevaba bastante tiempo llena y que, en ningún caso, podría absorber el enorme número de personas que estaban aguardando a entrar en los aledaños del terreno de juego.
Una vez que los aficionados tuvieron vía libre para acceder a campo se puso de manifiesto el gran descontrol existente y así como la carencia absoluta de organización de unas autoridades que hacía ya tiempo que hacían aguas en sus decisiones. La gran mayoría de personas pretendió entrar al estadio a través de un pasillo situado en el sector central de la grada que se encontraba justo enfrente de puerta por la que habían accedido al recinto. Se trataba de un cuello de botella notable que fue acumulando a más y más gente, cada vez con menos espacio y que avanzaba lentamente y con bastante dificultad hasta la grada. Era una especie de embudo en el que se estaban aprisionando personas con total desmesura.
Gráfico de la entrada de la multitud en Leppings Lane Secuencia completa: http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/7992845.stm |
Era un grada tradicional, pero divida en sectores separados por vallas. Eran como jaulas de ganado en vez de un espacio donde la gente se pudiese distribuir.La lenta pero constante masa de aficionados que avanzaban por el pasillo central de Leppings Lane comenzó de forma irremediable a minimizar el espacio apretando con fuerza, no sólo a unos contra otros, sino a estampar contra las vallas y barras de "protección" a aquellos que se encontraban en sus cercanías. Las imágenes de vídeo y fotografías de aquellos instantes que dieron la vuelta al mundo y de las que hemos añadido algunas a este artículo son estremecedoras, dan fe de la magnitud de lo acontecido y, desde mi punto de vista, son el mejor icono de la angustia que allí se vivió.
El partido ya había dado comienzo como estaba previsto y con puntualidad británica a las 15:00h, pero sólo se habían disputado 6 minutos cuando el árbitro del encuentro, el señor Ray Lewis, previo aviso de la Policía, decidía parar el partido sin saber muy bien por qué. En realidad ni la misma Policía era consciente de la envergadura de lo que estaba ocurriendo. En un primer momento pensaron que se trataba de algún tipo de altercado derivado de alguna trifulca incitada por grupos de hooligans, pero la realidad era que la gente estaba muriendo aplastada, por asfixia. Muchos se aferraron a la vida saltando las vallas que separaban los distintos sectores de la grada de para acceder a las zonas colindantes, otros intentaron sortear las vallas para llegar al césped del terreno e incluso hubo quienes, como pudieron, "escalaron" al segundo piso de la grada.
Imagen de la angustia de los seguidores del Liverpool estampados contra las vallas Imagen: http://converseprisonnews.com/2012/09/12/hillsborough-shocking-police-cover-up-exposed/ |
Los primeros momentos del crush fueron claves y no se actuó con celeridad, entre otras cosas porque las autoridades tardaron en identificar la realidad de lo que estaba ocurriendo. Momentos después de que se hubiese parado el partido y de que los aficionados hubiesen comenzado a acceder al césped, desde la policía se pensaba que era una invasión de campo más, tan típica de aquellos años, fruto del hooliganismo. Mal organizados y, ante la incertidumbre del momento y la ineficacia de las autoridades, los asistentes comenzaron a evacuar y a asistir a los heridos de la mejor manera que podían. Arrancaron las vallas publicitarias a lo largo y ancho de Hillsborough para usarlas a modo de camilla y así poder transportar los cuerpos en busca de ayuda, una ayuda que fue negada por la Policía que impidió la entrada de 46 ambulancias pensando que lo que estaba aconteciendo no era otra cosa que hooliganismo.
Aquél sábado Hillsborough se cobró la vida de 94 personas; el 19 de abril moriría Lee Nicol a la edad de 14 años tras aguantar con vida durante cuatro días en los que estuvo conectada a una máquina; casi cuatro años después, en marzo de 1993, fallecería la 96ª víctima de la tragedia, Tony Bland de 22 años de edad, cuando le fue retirada la alimentación artificial y hidratación que le había mantenido con vida durante todo ese tiempo en el que había permanecido en estado vegetativo.
Tras aquel panorama de desolación la administración de Thatcher no podía seguir haciendo la vista gorda y tenía que reaccionar. Se encomienda a Lord Peter Taylor a trabajar en un informe del que se avanzaría una versión provisional en agosto de 1989 y que no sería definitivamente publicado hasta enero de 1990. El Informe Taylor establecía las causas y consecuencias de lo ocurrido Hillsborough, concluía que la razón principal de la catástrofe fue la falta de control de la policía (pero no se depuraron responsabilidades ni se indemnizó a las víctimas); pero además presentaba una serie de recomendaciones para mejorar la seguridad en los estadios que cambiarían la forma de ver y entender el fútbol en el país. Fue a partir de entonces cuando comenzaron a eliminarse las vallas en torno a los terrenos de juego; se estableció la obligatoriedad de que las gradas fuesen íntegramente para público sentado; se implantaron controles de acceso más rígidos a los estadios; se instalaron cámaras de vídeo para registrar lo sucedido en las gradas, etc.
Estampa de la desolación que asoló Hillsborough Imagen: http://www.thetimes.co.uk/tto/opinion/letters/article3537421.ece |
Pero si hay algo que mantuvo el dolor más allá del luto por los desaparecidos fue la deplorable gestión que hicieron las autoridades. La mala praxis de la policía británica será bien conocida entre los aficionados al cine británico que pone muy en entredicho su labor en películas como Bloody Sunday, En el nombre del padre, Agenda oculta, Omagh, etc, muchas de ellas con grandes dosis de realidad. Pero lo de Hillsborough no fue cine y a la hora de señalar a un culpable, como ocurre tantas otras veces en la vida, lo mejor, más rápido y, por qué no decirlo, más injusto fue culpar a las víctimas.
Tras años de lucha por encontrar los verdaderos culpables, en los últimos tiempos parece que comienza a atisbarse un halo de reconocimiento y justicia. El pasado año se dio a conocer un estudio independiente que reveló que la Policía alteró pruebas de forma deliberada con el fin de culpar a los aficionados de la avalancha, llegando incluso a investigar en los datos de que disponían de algunos fallecidos para poner su reputación entredicho. Tras hacerse público el contenido de este informe, David Cameron, Primer Ministro británico, se apresuró a pedir disculpa en la Cámara de los Comunes por la "doble injusticia" sufrida por, los familiares de los fallecidos, dejando en manos de la fiscalía la decisión de apelar al Tribunal Superior para que anulara la investigación original y se llevara a cabo una nueva.
No es la primera ni la última vez que hablaremos en este blog del Fiebre Maldini, a mi modo de ver, el mejor programa de fútbol que podemos disfrutar en la actualidad. En abril del pasado año, nos regalaron un reportaje breve pero intenso de algo más de un cuarto de hora del que hemos obtenido gran parte de la información que hemos desarrollado en este artículo y que adjunto con mucho gusto. Por fortuna, la forma de entender el fútbol ha cambiado en Inglaterra notablemente desde lo ocurrido aquél sábado 15 de abril de 1989 y, aunque aún existen incidentes provocados por el hooliganismo, asistir a un partido se ha convertido en una experiencia mucho más agradable.
http://www.libertaddigital.com/deportes/futbol/2012-09-12/la-policia-altero-pruebas-de-la-tragedia-de-hillsborough-1276468350/
http://en.wikipedia.org/wiki/Hillsborough_disaster
http://en.wikipedia.org/wiki/Hillsborough_Stadium
http://en.wikipedia.org/wiki/Taylor_Report
http://es.wikipedia.org/wiki/Sheffield_Wednesday_F.C.
http://es.wikipedia.org/wiki/Copa_de_Inglaterra
http://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia_de_Heysel
Muy triste lo ocurrido, se me pone la piel de gallina, que lastima que para prevenir estas cosas a futuro tengan que pasar tragedias como estas.
ResponderEliminarDesde lo ocurrido en Hillsborough fue un punto de inflexión para las normativas de seguridad en los campos de fútbol británicos, una pena que costara la vida de 200 personas.
Eliminar