Así, con la frase que da título a este artículo escrita en blanco sobre su camiseta negra, se presentaba Steven Wilson en el Hotel Auditórium de Madrid el pasado viernes 8, para decirnos que verdaderamente es una muy buena idea eso de disfrutar de la vida con música y, desde luego hay que agradecerle que aporte su granito de arena para que ese goce sea posible, porque la realidad es que estamos hablando de un músico grande, tan grande que no se podría hacer una breve crónica de lo que ha sido el rock progresivo mundial de las dos últimas décadas sin nombrarle.
Wilson ofreció una noche mágica. Mi sensación de satisfacción tras la salida de concierto era proporcional a la sensación de haber visto el mejor concierto de vida. He de decir que por razones económicas y geográficas no puedo permitirme el lujo de ver muchos conciertos de este calibre al cabo del año y, por tanto, mi opinión a este respecto no debe ser muy a tener en cuenta; pero la verdad es que ya he podido leer artículos y comentarios de aficionados muchísimo más curtidos que yo, que si no son de mi mismo parecer, se quedan muy cerca.
Algunos detalles pudieron ser mejorables desde mi punto de vista y desde las opiniones que se oían en los pasillos. Se echó de menos (y mucho) poder tomar una cerveza, refresco, copa, o lo que sea que apeteciera a cada uno para amenizar la velada, o incluso poder fumar un cigarrillo a los cada vez menos adictos, quizás el déficit más tangible fue el del asiento, el del tener que estar sentado en una butaca cuando lo que realmente apetecía era estar de pie.
Pero la verdad es que son todos males menores que carecen de importancia cuando empieza el concierto y comienzas a disfrutar de la acústica inmejorable que ofrecía el auditorio, que unida a los juegos de luces y sombras y a las proyecciones de imágenes sobre el fondo del escenario, crearon una ambiente único apto para el deleite, no sólo musical sino también visual. Y esto ocurre porque el bueno de Steven no deja nada a la improvisación, tiene todos los detalles bien cuidados y ofrece un espectáculo digno del precio de la entrada, nada barato, todo hay que decirlo.
Steven Wilson con la camiseta que da nombre a este artículo | Javi Moreno Vega (Portal Esquizofrenia) |
El concierto comienza con un vídeo que, entre otros calificativos que he podido leer por la red, se tilda como soporífero por muchos de los asistentes y la verdad es que razón no les falta. El evento dio comienzo a las 20:10 hrs con las luces del escenario apagadas y la proyección de un vídeo surrealista que despierta cierta sensación de paranoia. En las imágenes vemos la esquina de una calle que es transitada por diversos personajes sin aparente importancia o relevancia hasta que aparece un señor con una guitarra y ataviado con una gorra y una bufanda que impiden reconocer su identidad. Este hombre se ubica en la esquina y comienza a realizar cosas intrascendentes, como liarse un cigarrillo que luego se fuma, hasta que comienza a afinar la guitarra. Una vez afinada comienzan a sonar los primeros acordes del concierto, se trata de Trains, de Procupine Tree, de repente un haz de luz enfoca al escenario y no es el hombre del vídeo sino el propio Steven Wilson el que está tocando con su guitarra acústica este tema tan inconfundible ante un público que recibe al inglés en pie y regalándole una ovación entusiasta. Son las 20:30 hrs.
El hombre irreconocible del vídeo no era otro que Wilson, interpretando al protagonista del segundo tema de la noche Luminol. En esta canción se habla de Oxfam, un difunto músico sin gracia cuyo espíritu permanece en la misma esquina con el paso de los años. Un enérgico comienzo marcado sin duda por los acordes del bajo en el inicio de la canción que provocaron el agradecimiento del auditorio que, ya en la mitad de la interpretación regaló, un sonoro aplauso a la banda.
El nivel era alto y lo fue durante toda la noche. Continuó la melódica Postcard y posteriormente The Holy Drinker, el que para mí es el mejor tema de The Raven that Refuses to Sing, más de 10 minutos de rock progresivo de alta escuela que culminan en una explosión final llena de potencia. Sin dejar "el cuervo", sonó Drive Home del que ya mencionamos sus similitudes con los cortes más melódicos de Porcupine Tree en el artículo previo al concierto Steven Wilson en Hotel Auditórium de Madrid. Con la proyección del videoclip del tema en el fondo del escenario sobresalió el trabajo de guitarra Guthrie Govan al que hay que reconocerle que dio un espectáculo de principio a fin. No imaginaba que la guitarra eléctrica tendría tanto protagonismo en el directo, desde luego suena mucho más y mejor que en el disco.
Previo a un leve intermedio, Wilson se puso serio y nos anunció que tocaría un tema nuevo, no editado, denominado Mother's Call, para el que pidió que no se grabara con la intención de publicarlo en Youtube u otras páginas web del estilo, respect (respeto) pidió literalmente. Lo cierto es que para mí fue uno de los momentos de la noche porque sonó muy bien, evolucionando en intensidad de menos a más hasta conseguir una atmósfera final que me dejó extasiado.
Imagen del concierto tomada del el patio de butacas | Carlos Jesús Moreno |
Llegó un leve parón en el que cayó una especie de telón transparente en el borde del escenario en que comenzaron a verse imágenes relacionadas con el que sería el siguiente tema, The Watchmaker. La ejecución fue brillante en lo musical, mejorada enormemente con el juego visual que producían las imágenes que se plasmaban en el telón y en la pantalla situada al final del escenario, en medio la banda sumergida en un espectáculo de luces y sombras digno del precio de la entrada, tocando los acordes de forma acompasada con las imágenes de relojes que se mostraban.
Continuaron Index y Sectarian, por este orden, que precedieron a la caída del telón, uno de los momentos álgidos de concierto, coronado con una ovación cerrada con un público en pie y entregado a gran Wilson. Hay que decir del público que fue correctísimo en todo momento, agradecido de un recital de rock sin par en la actualidad. Capaz de contenerse y guardar un silencio sepulcral en fases de canciones que tienen pequeñas esperas sin notas a la vez que se ponía en pie para brindar un aplauso enfervorecido cuando la ocasión bien lo merecía. Es el público más educado que he visto al día de hoy en todos los conciertos que he visto.
La algidez continuó cuando Steven, en tono cordial y relajado, invitó a aquellos que lo desearan a levantarse de sus asientos y ocupar el pequeño espacio existente entre la primera fila del patio de butacas y el escenario. Ya nadie volvió a sentarse y yo, que no fui a la plaza para ver los toros desde la barrera, bajé para disfrutar de la apoteosis final bien de cerca.
El último tramo, con banda y público separados por escasa distancia, comenzó con un Harmony Korine que subió en decibelios e intensidad a un nivel que desde luego no suena en su disco, Insurgentes, seguido de Raider II, una larga suite que para mí es el mejor tema de Grace for Drowning, el segundo disco de Wilson, que posee varios tramos de un frenetismo exquisito y en el que se combinan de forma muy acertada matices metaleros y jazzisticos.
Para el hipotético final no podía faltar la bellísima The Raven That Refused to Sing, no debía ser de otra forma, tema que cierra disco homónimo y concierto. Y como el bueno de Steven deja poco al azar, pudimos deleitarnos con las imágenes del clip que Jess Cope hizo para esta magnífica composición, acompasadas con los acordes de la canción, fueron minutos de bastante melancolía y tristeza, sensaciones que desprende todo el disco pero especialmente en este corte.
Steven Wilson y su banda vistos a los pies del escenario (1) | Carlos Jesús Moreno |
Se fue Wilson acompañado de su banda, pero sabíamos que volvería. Hablando de la banda hemos de decir que Wilson ha sabido conformar un equipo excelente que, ha sabido interpretar a la perfección su idea. Él mismo nos lo reconoció, dijo algo así como que no le era sencillo encontrar gente que supiese captar lo que pretende comunicar con su música. Sus integrantes empezando por el líder, todos maestros: Steven Wilson (guitarra eléctrica y acústica, bajo, teclados y voz), Chad Wackerman (batería), Nick Beggs (bajo y stick), Adam Holzman (teclados, mellotron), Guthrie Govan (guitarra eléctrica) y Theo Travis (saxofón, clarinete y flauta).
Aquel amago de final ya anunciaba que aquella maravillosa noche llegaba a su fin, pero la buena música volvió los pocos minutos, tiempo en el que no se hizo el silencio en ningún instante, solo se oyó un aplauso unánime de las aproximadamente 1.800 personas allí presentes, que parecía interminable en el tiempo agradeciendo lo vivido a la vez que exigiendo un poco más del repertorio cualitativo y cuantitativo de este hombre.
Tocarían dos temas más. Uno inédito, Happy Returns, que saldrá publicado probablemente en su próximo trabajo; y uno que es todo un clásico, Radioactive Toy. Si para Miguel Delibes La sombra del ciprés es alargada, para Steven Wilson es alargada la sombra de Porcupine Tree, en sus manos está superar, que será difícil, lo conseguido con su banda más aclamada, lo cierto es que está en el buen camino. El caso es que fueron para mi momentos muy vibrantes porque me devolvieron varios años atrás, cuando iba en autobús camino de la Universidad escuchando el Coma Divine en mi reproductor de mp3 de medio giga, oyendo como sonaba esta obra maestra y pensando lo excitante que sería cantar el pequeño corte en que se pedía la participación del público. Wilson nos dejó cantar y yo rebosé felicidad.
Llegó la triste despedida a las 23.00 hrs más o menos, con Steven Wilson haciendo de maestro de ceremonias presentando a los componentes del grupo, ayudándose de imágenes en la pantalla del escenario en que se mostraba el nombre e instrumentos del músico. Se puso así fin a una de las noches de más satisfacción personal, en lo que a lo musical se refiere, que he vivido nunca y que, me atrevo a decir sin temor a equivocarme, que viviré nunca.
Steven Wilson y su banda vistos a los pies del escenario (2) | Carlos Jesús Moreno |
Me gustaría agradecer a Portal Esquizofrenia la amabilidad que han mostrado conmigo al permitirme usar algunas de sus fotos en este blog. Puedes ver todas las fotos del concierto realizadas por Javi Moreno Vega, en la siguiente galería en Facebook. También agradecer a mi buen amigo y compañero de concierto Carlos Moreno por cederme las fotos que tomó durante la noche y de las que hemos usado alguna que otra en este artículo.
Fuentes:
Buena crónica Pachi de un concierto épico, con una atmósfera inigualable y de un nivel técnico excelso. Es cierto que hay músicos con gancho, que transmiten, y otros más metódicos y sujetos al guión, pero yo creo que Steven y su banda son capaces de combinar la perfección técnica y sonora con sentimiento, porque sin duda escuchar algunos pasajes tan lúgubres como las partes más oscuras de Radioactive Toy o The Watchmaker te llevan a otro nivel sensorial.
ResponderEliminarSin duda, conciertazo de SW and band y esperando su próximo disco con ganas.
Gracias por el comentario Carlos. ¿Ahora a quien tenemos en el punto de mira?¿Dream Theater en enero?¿Transatlantic en febrero? Suena apetecible...
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