Es el fútbol inglés pródigo en historias de esas que nos gusta contar en este blog. A mí personalmente, la cultura que los británicos muestran hacia este deporte me apasiona, exceptuando, eso sí, la vertiente violenta que tan arraigada está entre los grupos ultras, los famosos hooligans, mundialmente conocidos por sus despropósitos dentro y fuera de los estadios. Por fortuna este movimiento está en decadencia, pero lo cierto es que hubo que esperar a las tragedias de Heysel y, sobre todo, a la de Hillsborough para que las autoridades británicas se pusieran manos a la obra para terminar de erradircarlo, y eso que, como ya vimos la tragedia de Hillsborough no fue provocada por hooligans, aunque así lo indicó en su momento el Gobierno inglés.
Pero el artículo de hoy nada tiene que ver con tragedias ni nada parecido, es la peculiar historia de un humilde equipo de barrio londinense, en concreto de Wimbledon, mundialmente conocido por el Open de tenis, pero que entre los últimos años de la década de los 80 y primeros de los 90 tuvo en el Wimbledon FC un motivo de orgullo entre los aficionados al fútbol. Lamentablemente, a día de hoy el club ya no existe como tal, por ello es intención de este artículo indagar un poco en su historia a lo largo de sus más de 100 años de vida, desde su fundación hasta su desaparación.
Pero el artículo de hoy nada tiene que ver con tragedias ni nada parecido, es la peculiar historia de un humilde equipo de barrio londinense, en concreto de Wimbledon, mundialmente conocido por el Open de tenis, pero que entre los últimos años de la década de los 80 y primeros de los 90 tuvo en el Wimbledon FC un motivo de orgullo entre los aficionados al fútbol. Lamentablemente, a día de hoy el club ya no existe como tal, por ello es intención de este artículo indagar un poco en su historia a lo largo de sus más de 100 años de vida, desde su fundación hasta su desaparación.