Así, con la frase que da título a este artículo escrita en blanco sobre su camiseta negra, se presentaba Steven Wilson en el Hotel Auditórium de Madrid el pasado viernes 8, para decirnos que verdaderamente es una muy buena idea eso de disfrutar de la vida con música y, desde luego hay que agradecerle que aporte su granito de arena para que ese goce sea posible, porque la realidad es que estamos hablando de un músico grande, tan grande que no se podría hacer una breve crónica de lo que ha sido el rock progresivo mundial de las dos últimas décadas sin nombrarle.
Wilson ofreció una noche mágica. Mi sensación de satisfacción tras la salida de concierto era proporcional a la sensación de haber visto el mejor concierto de vida. He de decir que por razones económicas y geográficas no puedo permitirme el lujo de ver muchos conciertos de este calibre al cabo del año y, por tanto, mi opinión a este respecto no debe ser muy a tener en cuenta; pero la verdad es que ya he podido leer artículos y comentarios de aficionados muchísimo más curtidos que yo, que si no son de mi mismo parecer, se quedan muy cerca.